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jueves, 7 de enero de 2016

Síndrome de Estocolmo

¿Qué es el síndrome de Estocolmo?
El 23 de agosto de 1973, en la ciudad sueca de Estocolmo, tuvo lugar un atraco con rehenes. Jan Erik Olsson, un presidiario de permiso entró en el banco Kreditbanken de Norrmalmstorg, en el centro de la ciudad. Al ser alertada la policía, dos oficiales llegaron de forma casi inmediata. El atracador hirió a uno de ellos y mandó al segundo sentarse y cantar. Olsson había tomado cuatro rehenes y exigió tres millones de coronas suecas, un vehículo y dos armas.
El gobierno se vio obligado a colaborar y le concedió el llevar allí a Clarck Olofsson, amigo del delincuente. Así comenzaron las negociaciones entre atracador y policía. Ante la sorpresa de todos, una de los rehenes, Kristin Ehnmark, no solo mostraba su miedo a una actuación policial que acabara en tragedia sino que llegó a resistirse a la idea de un posible rescate. Según decía, se sentía segura.
Tras seis días de retención y amenazas del secuestrador, de cuyo lado se puso la propia Ehnmark, la policía decidió actuar y cuando comenzaron a gasearles, los delincuentes se rindieron. Nadie resultó herido. Tanto Olsson como Olofsson fueron condenados y sentenciados, aunque más tarde se retiraron los cargos contra Olofsson, que volvería a delinquir. Jan Olsson, en cambio, tras cumplir 10 años de prisión saldría de prisión totalmente rehabilitado y manteniendo una legión de fans.
Durante todo el proceso judicial, los secuestrados se mostraron reticentes a testificar contra los que habían sido sus captores y aun hoy manifiestan que se sentían más aterrados por la policía que por los ladrones que les retuvieron durante casi una semana. El criminólogo Nils Bejerot acuñó poco después y a consecuencia de aquel caso, el término Síndrome de Estocolmo para referirse a rehenes que se sienten este tipo de identificación con sus captores.
Pero el caso del banco de Estocolmo no es el único que se ha producido. En 1974, Patricia Hearst, nieta del magnate de la comunicación, William Randolph Hearst, fue secuestrada por el Ejército Simbionés de Liberación (SLA). Tras donar la familia seis millones de dólares a la organización terrorista, no se supo más de la joven. Dos meses más tarde fue fotografiada, rifle de asalto en mano, durante un atraco del SLA a un banco. Se había unido a la organización y cambiado su nombre por el de Tania.

El propio Bejerot expone que este síndrome es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, como rehenes, miembros de sectas, niños abusados psíquicamente, víctimas de incesto o prisioneros de guerra o campos de concentración. La cooperación entre el rehén o víctima y el autor se debe en gran parte a que ambos comparten el objetivo común de salir ilesos del incidente. El nulo control sobre la situación por parte del secuestrado le lleva, al parecer, a intentar cumplir los deseos de sus captores que, por otro lado, se presentan como los únicos que pueden evitar una trágica escalada de los hechos. De esta manera, se produce una identificación de la víctima con las motivaciones del autor del delito y un agradecimiento al captor que, en ocasiones, lleva situaciones extremas.

Definición
El Síndrome de Estocolmo es un estado psicológico en el que la víctima de secuestro, o persona detenida contra su propia voluntad, desarrolla una relación de complicidad con su secuestrador. En ocasiones, los prisioneros pueden acabar ayudando a los captores a alcanzar sus fines o evadir a la policía.
Según la corriente psicoanalítica el síndrome de Estocolmo sería entonces una suerte de mecanismo de defensa inconsciente del secuestrado, que no puede responder la agresión de los secuestradores y que se defiende también de la posibilidad de sufrir un shock emocional. Así, se produce una identificación con el agresor, un vínculo en el sentido de que el secuestrado empieza a tener sentimientos de identificación, de simpatía, de agrado por su secuestrador.


Información General

El síndrome ha sido llamado de este modo desde el robo del banco Kreditbanken en Norrmalms (Estocolmo), Suecia, que transcurrió desde el 23 al 28 de agosto de 1973. En este caso, las víctimas - tres mujeres y un hombre - defendieron a sus captores incluso después de terminado su secuestro, que duró seis días. Mostraron también una conducta reticente ante los procedimientos legales. Se dice incluso que una de las mujeres secuestrada se habría comprometido con uno de los captores. El término fue acuñado por el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot, colaborador de la policía durante el robo, al referirse al síndrome en una emisión de noticias. Fue entonces adoptado por muchos psicólogos en todo el mundo.


Causas

Tanto la víctima como el autor del delito persiguen la meta de salir ilesos del incidente, por ello cooperan.
Los rehenes tratan de protegerse, en el contexto de situaciones incontrolables, en donde tratan de cumplir los deseos de sus captores.
La pérdida total del control que sufre el rehén durante un secuestro, es difícil de digerir. Se hace soportable en el momento en que la víctima se identifica con los motivos del autor del delito.
Situación de las víctimas
De acuerdo con el psicólogo Nils Bejerot, el Síndrome de Estocolmo es más común en personas que han sido víctimas de algún tipo de abuso, tal es el caso de: rehenes, miembros de secta, abuso psicológico en niños, prisioneros de guerra, prostitutas, prisioneros campos de concentración, víctimas de incesto, y violencia doméstica.

Mecanismos de defensa

Mecanismos de defensa

Freud determinó los mecanismos de defensa, como las técnicas del inconsciente, encargadas de minimizar las consecuencias de eventos demasiado intenso, para que el individuo pueda continuar con sus funciones. Dichos mecanismos de defensa, permiten el mantenimiento del balance psicológico.
Los mecanismos de defensa, son mecanismos inconscientes que se encargan de minimizar las consecuencias de un evento demasiado intenso, para que el individuo pueda seguir funcionando normalmente.
El individuo está compuesto por una serie de fuerzas que deben mantenerse en equilibrio, como las características instintivas, las genéticas, los factores del desarrollo (medio ambiente, formación, experiencia). Una de las maneras de resguardar este equilibrio es mediante los mecanismos de defensa.
Entre los mecanismos de defensa se incluyen: la condensación, el desplazamiento, la disociación, la formación reactiva, la negación, la proyección, la racionalización, la represión, la sublimación, la regresión, el aislamiento.

Los mecanismos de defensa:

Sublimación: El impulso se canaliza hacia una forma más aceptable, es derivada hacia un nuevo fin. Una pulsión sexual se sublima hacia una finalidad no sexual, apuntando a objetos valorados socialmente, como la actividad artística y la investigación intelectual. Por ejemplo, el deseo de un niño por la exhibición, puede sublimarse mediante una carrera en el teatro.

Represión: Es el mecanismo por el cual el inconsciente borra eventos y pensamientos que serían dolorosos si se mantuvieran en el nivel conciente. Por ejemplo, el olvido del cumpleaños de un familiar fallecido.

Proyección: Los sentimientos o ideas estresantes, son proyectados hacia otras personas u objetos cercanos.

Negación: Es el mecanismo por el cual el sujeto trata aspectos evidentes de la realidad como si no existieran.

Introyección: Es el mecanismo por el cual una persona incorpora elementos de la personalidad de otra.

Regresión: Es un mecanismo que lleva a retomar el nivel de desarrollo anterior, más infantil. Por ejemplo, el comportamiento de los niños cuando nace un hermano (chuparse el dedo, orinarse, etc.).

Formación reactiva: Detiene la aparición de un pensamiento doloroso, sustituyéndolo por otro más agradable.

Aislamiento: Es un mecanismo por el cual se divorcian los recuerdos de los sentimientos, como manera de soportar los hechos.

Desplazamiento: Es un mecanismo por el cual, se desprende un hecho o persona de los sentimientos asociados, y éstos son adjudicados a otro hecho o persona. Es lo que suele suceder con las personas que desquitan sus frustraciones con sus mascotas.

Condensación: Es un mecanismo por el cual, elementos del inconsciente se reúnen en una sola imagen u objeto. Consiste en la concentración de varios significados en un único símbolo.

Racionalización: Se sustituye una razón real que no es aceptable, por otra que resulte aceptable.


Resultado de los mecanismos de defensa:

Los mecanismos de defensa nos permiten mantener el balance psicológico.
Cuando estas técnicas no son suficientes, se experimentan desequilibrios como estrés y respuestas neuróticas como ansiedad y/o depresión, que frecuentemente son acompañadas por disfunciones biológicas, pérdida de sueño o apetito, enfermedades psicosomáticas como úlceras, etc. También pueden presentarse otras conductas más graves como el suicidio y los trastornos delirantes. Estos son mecanismos de defensa propios de trastornos como el delirio, la esquizofrenia, los trastornos de personalidad.



sábado, 26 de diciembre de 2015

LO QUE SIGNIFICASTE Y LO QUE APRENDÍ DE TI 


No sé en qué momento comencé a perderte, ni tampoco cómo ha ido sucediendo… Lo único que siento es tu ausencia y este revuelo de sentimientos.

Quizás no es que te haya perdido, sino que mis sentimientos se han alejado por circunstancias que aun todavía estoy intentado llegar a comprender y a descifrar…
¿Sabes?, cuando pierdes a alguien o desconectas de una persona, se torna en tu interior un vacío inaguantable si consideras que, tan solo por el hecho de ser ella, es auténtica e incomparable. Eso me pasa contigo…

Una distancia de meses nos separó, y esos días comenzaron a ser un cuento breve que he leído y leería por más de mil veces.

“Es casi ley, los amores eternos son los más breves.”
-Mario Benedetti-

Si me alejo de ti es por tu bien, sé que me quieres, pero no quiero tener que ser una preocupación más o dolor de cabeza constante.

Aquí entre nos aprovechó para confesarte que aunque sé que estas  son solo palabras quisiera hacerte saber de este modo que tú has sido una de las pocas personas a las que de verdad he querido y considerado como a nadie, en lo sentimental obviamente sabes que fuiste la primera persona que pudo ganarse la llave con la cual pudo abrir las puertas de un corazón lleno de misterio y dulzura pero que lamentablemente estaba cerrado ante el amor porque si actuaba con frialdad era porque la utilizaba como mi mecanismo de defensa.

Ud no lo sabe pero me han quedado tantas cosas por hacer, tantas cosas sin decirte… Pero es que cuando te tengo delante se me hace un nudo en la garganta y mis palabras juegan a esconderse, pues te he fallado, no he podido continuar.

Parece que mi parada se ha adelantado, en contra de lo que imaginábamos…

Antes de conocerte no sabía qué podía llegar a querer a alguien de tal forma que lo mejor sea dejar ir a esa persona que significa tanto para ti, para no hacerle daño.
Lo cierto es que no me arrepiento de nada de lo que hemos hecho hasta ahora. De nada de lo hecho, ni de lo dicho (bueno la excepción es cuando he dicho cosas que no debía,que solo eran un freno constante entre nosotros y que lo único que causaban era inseguridad), ni de lo sentido pues te quise y te querré aunque todo acabe en mi corazón te guardare y estoy segura que en mi vejez si llego a ella con una sonrisa en el rostro te recordare (definitivamente todo esto es algo de lo que no me arrepiento porque más aya de todo me hacia un infinito bien estar a tu lado y algo que no sabes es que con tan solo una mirada,un abrazo podía sentir tu calidez que me hacia tanto bien). 
Está historia que contigo he vivido no la cambio por nada quiza fueron pocos o mucho momentos únicos claro depende ce como lo quieres ver , he sentido cosas extraordinarias y hemos hecho juntos cosas irrepetibles.
Nunca a nadie había querido de forma más sincera como a ti. Nunca nadie me había enseñado que el amor, así como llega de la forma menos esperada también se construye entre dos y que lo importante de la vida, es entregarte a aquello que haces, rendirte a la evidencia de los hechos y fluir con ellos… y que las oportunidades solo están cuando salimos a buscarlas…
Una vez más, me gustaría agradecerte por todo tu compañía, todo lo que me has enseñado y hemos aprendido y descubierto juntos.
Porque si de algo estoy segura, es que tú me has hecho mejor persona. Me refiero a que gracias a ti comencé a descubrirme y a contactar de otra manera conmigo. Y eso, tiene un valor incalculable.
Quizás nunca te lo dije…
A pesar del tiempo que ha transcurrido no he dejado de recordar que por un instante fuiste la persona en la que pude confiar, me recordaste que podía reír, que podía llorar y que podía sentir, me hiciste ver que debía ser yo sin importar lo que piensen los demás.

Abriste mis ojos a un mundo que hasta ese momento sólo veía bajo los parámetros de otras personas, un mundo que habían dibujado para mí, pero con el que yo no tenía nada que ver. Sin pensar en lo que quieren otras personas, que si abrimos los ojos y nos fijamos bien, veremos muchas cosas y a muchas personas que a veces no vemos.
Me enseñaste , lo que es la risa, lo que es un abrazo fuerte y lento, lo que significa que alguien me aprecie de verdad.

Me has enseñado a saber lo que quiero y lo que deseo y sobre todo lo que no quiero.


Aprendí de ti a tener la certeza de que debemos vivir la vida que queramos, lamentablemente solo es algo que  aprendí porque aún no lo puedo aplicar por completo a mi vida.

Te escribí mil cuentos, que dibujamos con el material que sostenía nuestros sueños, acortamos la distancia que nos separaba mientras continuábamos hablando y riendo.

Las cosas que nunca te dije son esas que ni siquiera yo puedo explicártelas con palabras. Las cosas de los sentimientos, las cosas del amor, el cariño y la nostalgia, esas que se sienten desde lo más adentro…
Te recuerdo y te digo todo aquello que quizás no te dije, pero que sabías y respetabas.
No ha habido día en el que no he agradecido el poder conocerte y que de repente reaparecieras en mi camino y conocerte más a fondo.
Porque aunque ya no seamos los mismos, eres la persona más importante que he conocido, la más sincera y auténtica… me lo decían tus ojos.

Tú y yo, Aprendimos que el amor más que un sentimiento puede llegar a ser algo inexplicable que se siente como una explosión interna que te lleva a descubrir la esencia de la persona que sabe mirarte a los ojos y hablarte con ellos a través del silencio.

Hablábamos el mismo lenguaje durante muchos días, hasta que yo comencé a no entenderlo… Por eso te digo, lo siento…


Pero también te digo que digo que sigas, que sigas siendo como eres, desde los pies a tus sentimientos. Y que ames con esa sencillez que te caracteriza, tan pura. Sabes algo que es cierto es que no quiero y  no pienso olvidarte. Formas parte de mí. De mi historia, de mi vida y de mi persona.

En mi hay un trocito de ti y supongo que en ti, otro poquito mío.
Quizás, no sigamos el camino juntos, pero ha sido todo tan sano y tan autentico, tan sincero y bondadoso, que sigues siendo alguien importante en mi vida. Mi punto de inflexión.

Y aunque esta sea una carta de despedida, yo no lo considero, porque no quiero hacerlo y porque creo que decirte adiós para mí es algo imposible.Seguirás ahí, aquí dentro y de otras muchas formas, porque cuando conoces a alguien y te deja entrar en su vida, a pesar de todo, es imposible borrar su rastro.

Fuimos un cuento breve que leeré mil veces
Ahora ya sé que no vamos a estar juntos al menos en este momento, desconozco lo que sucederá en el futuro, si encontraremos un lugar y un momento común para abrazarnos de nuevo y que nuestras miradas se entiendan sin decir una sola palabra.
Puede que escribamos otro cuento y nos atrevamos a reescribir una historia que no terminó, puede que todo se acabe aquí porque así debe ser y porque deben ocurrir otras cosas que desconocemos, solo el tiempo nos susurrará nuestro cuento.

Si te veo, siempre recordaré el relato de nuestros esos pocos días en los que pudimos pasar tiempo juntos, recordaré lo que nos dijimos y lo que nunca fuimos capaces de decir.


Cuanto amor me llevo, cuanto amor me has dado.
Cuanto amor envuelto dentro de esta carta…




domingo, 20 de diciembre de 2015

Empatía: hoy quiero aprender a entenderte

La empatía es algo que muchas personas tienen desde siempre, pero otras es necesario que la adquieran. Empatizar significa que sabemos por qué nuestro interlocutor actúa de determinada manera. Sabemos entenderlo.

Esto no quiere decir que estemos de acuerdo con la persona que tenemos enfrente, simplemente sabemos leer en ella por qué actúa de esa manera, ahondando mucho más allá de lo estrictamente aparente.

“La capacidad de colocarse en el lugar del otro es una de las funciones más importantes de la inteligencia. Demuestra el grado de madurez del ser humano”
-A. Cury-
 
La empatía no solo nos ayudará en nuestras relaciones con los demás, sino que también nos ayudará a nosotros mismos. Empieza a practicarla desde hoy mismo.
Si ya eres empático deberás aprender a potenciar la empatía, ya que así lograrás aprovecharla al máximo. Si te cuesta mucho empatizar con los demás, es el momento de poner en práctica el ejercicio de ponerse en el lugar del otro.Esto no es fácil, pero tampoco es imposible. Para empezar a empatizar tan solo debemos empezar a observar. Dejar de lado nuestro yo, nuestra perspectiva, y empezar a situarnos detrás de los ojos de las demás personas.
Para algunas personas esto ya les sale de forma natural, pero para otros es algo muy difícil de hacer. Con el tiempo y la práctica lo lograrás. Mientras… ¿quieres saber cómo potenciar la empatía?
 
-La observación es uno de los pasos importantes de la empatía, sobre todo la observación de la conducta no verbal. Las personas pueden estar diciendo una cosa, pero su lenguaje no verbal expresa otra totalmente diferente. Analiza los gestos y movimientos de nuestro interlocutor, porque ello reflejará los sentimientos y las emociones más profundas.
-La escucha también es algo muy importante, tanto la escucha de la conducta verbal como la no verbal. Mucho más importante que hablar será escuchar a nuestro interlocutor. Gracias a esta escucha activa y a la observación, lograremos situarnos y comprender a la persona que está en frente de nosotros.
- La comprensión será el último paso para potenciar la empatía, ya que observando y escuchando podemos darnos cuenta de que entendemos por lo que está pasando la otra persona, pero no lo compartimos. No compartir una actitud no implica que debamos juzgarla, sino entenderla, abrir nuestra mente y permitirla entrar. Respetar esa actitud y entenderla aunque no la compartamos.

- Empatía es ser capaz de sumergirse en el mundo emocional del otro… sin ahogarse en él
 

La Comprensión favorecerá la empatía

 

Nunca lograremos empatizar si no podemos respetar ni comprender reacciones y actitudes ajenas. Nunca debemos juzgar nada porque a lo mejor es el día de mañana cuando tú hagas eso mismo que estás criticando.

Abrir tu mente y comprender aquello que no compartes, te permitirá aprender más sobre las relaciones personales y favorecerá que empatices mejor con los demás.

Para poder empatizar con los demás, tanto si ya lo tenemos de forma natural, como si estamos forzándonos a poder empatizar debemos tener en cuenta algunas cuestiones:

-Mira a tu interlocutor con interés.
-Controlaremos nuestras emociones y si algo nos produce rechazo no lo mostraremos.
-Transmitimos a la otra persona que la entendemos.
-Profundizaremos en la información de nuestro interlocutor.
-Mostraremos nuestro apoyo.

Todo esto favorecerá que comprendas a la otra persona y que esta logre sentirse bien y acompañada. Igualmente, esto es algo que tú reclamas cuando necesitas ser comprendido, alguien que pueda y sepa empatizar contigo.

“Las personas duras, poco flexibles, arrogantes, impositivas… suelen tener muchas dificultades para ser empáticas, para entender lo que les pasa a las personas que están a su alrededor. Han perdido su capacidad de observación, y con ello la capacidad de comprensión”
-Mª Jesús Álava Reyes-

A veces nos resulta muy difícil poder empatizar con los demás. Esto ocurre cuando el dolor y la decepción hacen acto de presencia. Estas emociones negativas son mucho más fuertes que la sensibilidad, por eso perdemos la perspectiva, la empatía queda relegada.

Se puede aprender a empatizar, pero hace falta esfuerzo y poner en práctica la observación, la escucha activa y la comprensión. ¿Quieres aprender a comprender a los demás? ¿Quieres saber hoy cómo entender diversos actos? Esto te enriquecerá a ti y también enriquecerá con respecto a tus relaciones interpersonales.

No interiorices las ofensas de los demás, sonríe y sigue adelante


Estamos hechos en una gran parte de lo que los demás dejan en nosotros: de lo que permitimos que se pose en nuestro interior y de lo que decidimos que no tiene que estar más tiempo que lo que ocupó de tiempo de reloj.
Nos enseñan a defendernos, también a amar, pero a veces se olvidan de inculcarnos el sabio placer de ignorar. Es por ello que en ocasiones nos movemos en parámetros peligrosos y absolutistas: fue malo o bueno, desastroso o maravilloso…cruel o bondadoso.
Esta forma de analizar la realidad nos juega muy malas pasadas porque saber tolerar la ambigüedad de lo que pasa en nuestras vidas es el primer paso para fluir y que el mundo no se vuelva una lucha constante y agotadora. Los demás no están constantemente pensando en quiénes somos y cómo nos sentimos. Cada uno está ocupado en su lucha que a veces no es la nuestra.
Es por ello que nos debemos dar una oportunidad de vivir más ligeros y apasionados en el presente. No interiorices las ofensas de los demás: sonríe y sigue adelante. Date un respiro a ti mismo y una lección a los demás.



No interiorizar es saber vivir

No interiorizar todo lo que nos pasa es mirar como un espectador lo qué quizás no seamos capaces de tolerar como único y sufrido protagonista. El mundo está envuelto en batallas y tenemos que ser inteligentes en elegir cuál es la nuestra y cuál es la de los demás… solo manteniendo tu espíritu limpio puedes ayudar en algo al resto.
Pero si somos capaces de saber retirar la mano a tiempo cuando existe riesgo de quemarnos… ¿Por qué entregas a veces tu mente y alma a las llamas del resentimiento y de la ofensa?, ¿por qué no asumir que sentirnos ofendidos y dolidos es normal, y en cambio seguir instalados ahí es peligroso?

No interiorizar es dejar de ser susceptibles para ser inteligentes

No interiorizar las ofensas no te convierte en un ser insensible, frío o cruel. Es simplemente no dar placer y gusto a aquellas personas que en realidad, quisieron lastimarnos y darnos a nosotros mismos la capacidad de olvidar lo que en nuestro interior es solo un estorbo.
No interiorizar las ofensas es dotar a nuestro cerebro de mayor avidez y prevención para futuras situaciones desagradables… y dotar a nuestra alma de fortaleza y determinación para poder enfrentarlas.En ocasiones, vemos esto como algo imposible. Dramatizar forma parte de nuestra vida porque mucha gente a nuestro alrededor lo hace. Parece que las grandes historias solo están llenas de lamentos y que las personas que a veces nos tildan como exitosas están siempre en tensión y atacando a otras. Que si no nos enfrentamos es señal de debilidad, cuando en realidad es señal de avidez y madurez emocional.
 

Distingue a quién quiere ayudarte de quién solo quiere dañarte

 
Las trampas mentales que a veces nosotros nos infligimos a nosotros mismos son mucho más crueles y perniciosas que todas las ofensas, agresiones y humillaciones que los demás nos hacen o intentan hacernos.Hemos convertido el arma más distintiva de los seres humanos en una especie de perpetuador de la angustia y la confusión: el lenguaje verbal, las palabras… a veces son utilizadas como un diálogo destructivo interno, que como una capacidad para simplificar nuestra comunicación con los demás.
Las interpretaciones de lo que otros nos han hecho o dicho son infinitamente más duraderas que el tiempo real que se posaron en nuestra vida. “Tanta palabrería interna” nos aleja de la objetividad acerca de la realidad.Por ejemplo, muchas veces aseguramos “Me han juzgado muchas veces”, “Me han mirado mal”, “Me han corregido continuamente en mi trabajo”; sin hacer un ejercicio de diferenciación y proporcionalidad.De todas las personas que nos causaron daño… ¿Cuántas estaban realmente haciéndoselo a ellas mismas?, ¿significan algo hoy en nuestra vida?, ¿realmente nos han impedido totalmente que podamos cumplir nuestros sueños?
Si respondes esas preguntas te darás cuenta de que en la mayoría de las ocasiones has interiorizado tanto esa ofensa (quizás tu excesivo ego lo ha propiciado), que has multiplicado por mil el daño real que te causaron.
Deja de hacer aprecio a lo que un día causó tu desprecio. Saca conclusiones generales, analiza en qué fallaste en todas esas ocasiones y en qué fallaron los demás, qué guardan en común todas esas personas para que te doliese tanto su ofensa.
A veces, ese análisis arroja los ambientes que debes evitar… y en otras ocasiones, qué debes de mejorar de ti mismo para que seas tú y no lo negativo que te rodea lo que habita en tu interior. Uno no puede dar nada nuevo y bueno, si todo lo que tiene dentro es viejo y está resentido.


Dime cómo hablas y te diré cómo eres (8 tipos de personalidad)

Es bien sabido que nuestra personalidad influye de forma directa en la forma de comunicarnos. Dado que somos animales de tendencias, es preciso que conozcamos las opciones más comunes para saber cómo actuar con cada tipo de persona.

Así, resulta verdaderamente útil e interesante saber cómo nos podemos comportar ante comunicadores tóxicos que solo quieren discutir o que siempre pretenden llevar la razón. Como ya veremos a continuación, la paciencia, la asertividad y la empatía son aspectos comunes que siempre debemos mantener.
 

Tipos de personalidad

1. El indeciso

Suelen tener muchas dudas y ser inseguros, de modo que requieren mucha atención y dedicación para que nos interpreten de forma correcta. Son personas que buscan tener muchas opciones a la hora de actuar para evitar el arrepentimiento. Por ejemplo, comparan muchos productos en el supermercado antes de decidirse a comprarlo.
Puede ser complicado relacionarnos con ellos. No es adecuado imponer un punto de vista adecuado o mostrar excesiva seguridad, pues se aferrarán a esto y frenarán su desarrollo. Lo mejor es fomentar la tranquilidad y confianza con palabras que favorezcan la cooperación, la empatía y la escucha.
Hay que evitar hacerle sentir un bicho raro por su indecisión. No debemos ser muy concretos ni desgranar en exceso el comentario que queramos hacer, puesto que es probable que se centre en aspectos que no son demasiado relevantes.

2. El silencioso

Este tipo de personas no nos ofrecen información sobre sus emociones, ni positivas ni negativas. Se lo guardan para ellos, al igual que gran parte de sus opiniones. Suelen reflexionar mucho sobre la situación en la que está, nos observan y analizan cuáles son nuestras características principales.
La actitud que más facilitará nuestra relación con ellos es una disposición empática y amable. La mejor forma de que perciban que nos interesamos por ellos y se sientan cómodos es que hagamos preguntas cerradas, es decir, que favorezcan respuestas de Sí o No.
El hecho de que sean personas que hablan poco o nada, nos puede hacer pensar que no nos escuchan y, por ello, favorecer que elevemos la voz. Esto resulta bastante incómodo y debemos evitarlo. Además, si se animan a hacer algún comentario es mejor que no les interrumpamos.

 

3. El egocéntrico

Se trata de una persona que cree que sabe de todo y que nos hace creer que tiene una opinión firme y fundada sobre cualquier tema del que hablemos. Se muestra superior, no acepta consejos e intenta controlar siempre la situación.
Se trata de un tipo de personalidad tóxica para sí mismo en primer lugar. Solo le agradan los elogios y en todo momento hace alusión a sus grandes conocimientos sobre lo que se esté hablando en la conversación, menospreciando lo que los demás dicen.
A la hora de relacionarnos con ellos y no morir en el intento, debemos de ser muy objetivos y concretos, probando nuestros conocimientos con información veraz. Es clave que nos mostremos asertivos, empáticos y en actitud de escucha para facilitar una buena interacción.
Si consideramos que es superior a nuestras fuerzas, debemos de retirarnos de forma sutil sin cerrar la puerta del todo. Evitaremos interrumpir de forma radical una conversación, discutir o mostrar impaciencia o desconocimiento.

 

4. El reflexivo

Este tipo de personas tienden a buscar gran cantidad de información sobre un tema tratado. A la hora de relacionarnos con ellos es necesario que seamos pacientes y aportemos la información de la que dispongamos de forma objetiva y completa.
Es importante que les dejemos pensar y nos adaptemos a su ritmo si queremos tener una comunicación fluida. Debemos evitar las prisas, pues son malas consejeras y es inadecuado que les obliguemos a decantarse por una u otra opción, les forcemos a hablar o les pongamos nerviosos.

5. El conversador

A este tipo de personas les gusta hablar de cualquier cosa, da igual el tema tratado en el inicio. Puede saltar de una conversación a otra de forma constante, por lo que requieren que les prestemos atención constante.
Siempre se interesan y tienen en cuenta lo que los demás tienen que decir. Por eso, a la hora de relacionarnos con ellos, es importante que seamos concretos y vayamos por puntos. Es necesario procurar que el entusiasmo no decaiga y no debemos mostrarnos cansados o abatidos.

6. El discutidor

Estamos otra vez ante un tipo de personalidad que puede ahogarnos. Este tipo de personas, en su afán por contrastar y discutir sobre todo, puede resultarnos pesada, hacernos dudar o responsabilizarnos.
Ante estas personas nos envuelve una nube tóxica con aires de superioridad y de grandeza que puede poner límite a nuestra paciencia.
Es importante que nos mantengamos firmes y aportemos datos que refuercen nuestras opiniones para que éstas no sean engullidas por su ego. No es conveniente que entremos a discusiones o mostremos debilidad, así como tampoco es adecuado dejarse impresionar por sarcasmos o críticas personales.

7. El tímido

Las personas reservadas no suelen mirar a los ojos y ponen grandes distancias entre ellos y los demás. La postura que mantienen suele ser encorvada y sugieren inseguridad. Les cuesta mucho preguntar por miedo a hacer el rídiculo y sentirse temorosos o ansiosos.
Podemos aumentar la seguridad de estas personas aportando y reforzando lo positivo, dando consejos y ofreciendo ayuda para que la persona se sienta cómoda y liberada.
Es clave que el contexto sea tranquilo y favorezca el contacto visual progresivo, así como una comunicación no verbal que no invada la intimidad del otro. No es aconsejable la mirada fija, pues implica cierto reto que perjudicará que esta persona se abra ante nosotros.

8. El incrédulo

De nuevo nos topamos con personas que vampirizan la comunicación. Mantienen una actitud defensiva constante, maximizan lo negativo y minimizan lo positivo.
Suelen estar predispuestos a no cambiar de opinión, por lo que no tienen interés en discutir y tienden a hacer alusión a un intento de manipulación por parte de su interlocutor.
Es importante que seamos muy objetivos a la hora de hablarles para no darles opción de que nos malinterpreten. Dada su tendencia de hacer una montaña con un grano de arena, seremos cautelosos, asertivos, empáticos y seguros.
La paciencia es la madre de la ciencia, por lo que manifestaremos tranquilidad y no les dejaremos solos, pues de hacerlo reforzaría su idea sobre la falta de atención.